Días en Santiago...

Estoy rodeado de gente incomprensible y charlatana que poco a poco soporto menos. Me siento triste. He dado a parar en un país del cual quisiera escapar pronto. Me abruma el comportamiento incoherente de las personas cercanas a mí y me fastidia todavía más su falta de capacidad para imponer ciertas normas, siendo, ellos mismos, los primeros en incumplirlas.

Estar en Santiago de Chile no me divierte. Además el clima extremo y variado es realmente insoportable. Durante el día el calor se eleva a temperaturas insospechadas y durante la noche el bochorno enardece demasiado el ambiente, haciéndolo sofocante e incómodo. Lo que rescato de este país es la cultura de las personas. Aquí se respeta la semaforización, se le da preferencia al peatón, no existe la congestión vehicular, las personas tienen un pensamiento más liberal y racional, cada casa tiene en la puerta un árbol plantando para contribuir a la minimización de la contaminación ambiental, oscurece a las 21 horas, las cervezas y los tragos son más baratos (¡viva Chile por ello!), los jóvenes tienen influencia social y la moneda nacional: el peso, tiene cifras muy elevadas y demasiados dígitos; con decir que 10 mil pesos chilenos equivale a 20 dólares, lo que en Perú sería poco más de 50 soles, aproximadamente.

Aquí en Santiago he conocido algunos familiares que nunca conocí en Lima, entre ellos muchos primos que hubiera preferido no conocer, o tan siquiera conocerlos menos. Tengo un primo mitómano que siempre me cuenta sus historias poco creíbles. Siempre intenta maximizar la verdad y a veces exagera demasiado. Estoy harto de sus falsas hazañas de enamorador victorioso, cuando en realidad es incapaz de enamorar a alguien porque está enamorado de una chica que lo tiene como un reo encarcelado a un único amor. Estoy harto de recibir sus visitas impertinentes y de reírme hipócritamente cuando él intenta decir algún comentario que supuestamente debería darme risa, pero que, sin embargo, lo único que provoca es apatía y rechazo. Odio que me busque de noche para ver películas aunque éstas sean buenas e interesantes. Su peor defecto es esforzarse por caerme bien.
Sin embargo, no todos los primos que he conocido aquí me caen mal, hay algunos que me caen súper bien y que en poco tiempo han sabido tratarme como si nos conociéramos de toda la vida e incluso intentan hacerse mis cómplices y comparten conmigo sus jodas, sus aventuras y cuando me ven aburrido se las ingenian para decirme alguna indirecta burlona pero benévola y divertida a la vez.

Mis primas son más normales. A una le gusta salir a las fiestas y estar siempre con sus amigos. La otra es más romántica e ingenua. Su noble corazón y su admirable bondad hacen que me lleve bien con ella.

El novio de mi mamá me cae pésimo. Cuando lo conocí (hace 2 años cuando vine por primera vez a esta ciudad), me cayó bien. Incluso nos poníamos a conversar sobre la actualidad peruana y los avances chilenos en diferentes materias. Ahora intento hablar menos con él e intento evitarlo y no tener roces verbales. Él sospecha que algo anda mal entre nosotros y no se equivoca. Su fanfarronería y sus comentarios charlatanes y su sabiduría empobrecida de ingenuidad e ignorancia, ha hecho que ya no lo vea con respeto y admiración. Antes nos llevábamos bien porque siempre tenía solución para todo y sus consejos eran precisos y geniales. Tenía gran capacidad para resolver inquietudes mías y para hacer feliz a mamá, que era lo que más me interesaba. Ahora toda esa admiración se ha esfumado y simplemente me da lástima. Cuando hace algún comentario en la mesa o en algún momento del día, intento atenuar sus palabras con un comentario más preciso e interesante y con más fundamento que los suyos. Me he dado cuenta que la relación que lleva con mi mamá se desgastará con el tiempo y será por culpa de ambos. Ninguno de los dos intenta dar nuevas ilusiones a su amor, solamente viven el día a día con simpleza y subestiman al futuro. Ambos deberían saber que una relación se debe preservar con detalles y muestras de amor con determinada frecuencia. El amor de ellos se basa en una comunicación estricta, en sexo afiebrado y aburrido, pero, sobre todo, permanecen juntos simplemente por miedo a estar solos.

No puedo terminar este escrito sin antes mencionar que mi tristeza, mi languidez y mi comportamiento taciturno, se debe a una chica. La misma chica que me tiene como un tonto encojudecido y como un soñador constante a la vez. Yo no sé si le gusto o si despierto algún interés en ella, pero por ser tan notorio y expresivo, ella ya se dio cuenta de mi cariño, lo peor de todo es que está tan segura de ello que sospecho que les ha contado a sus amigas que yo quiero y muero por ella. ¡Menuda confianza la suya! Lo que no se imagina es que no debería fiarse de mis palabras escritas por el Chat. Si yo fuera ella no estaría tan segura de lo que alguien me dice por el Chat, ya que los sentimientos no se muestran de esa forma, sino que se nota en la mirada de la persona mientras te lo expresa personalmente, sólo así uno puede tener confianza en que los sentimientos de la otra persona son realmente sinceros. Yo nunca le he confesado nada en persona, no por ahora. En fin, así son las mujeres ¡qué le vamos hacer!

Por lo pronto intento no desesperarme e intento ser paciente para volver al mismo lugar de donde vine. Lima no será una ciudad excepcional pero me encanta su caos y su horrible clima grisáceo, además me esperan mis verdaderos amigos y si tengo suerte, una cita con una chica (la misma de líneas anteriores) que dice no extrañarme ni pensarme pero en el fondo yo no le creo pero tampoco pienso que lo haga, sólo sé que desde que nos conocemos algo raro está pasando entre nosotros.